25.04.09
Con un olor a nervios y un sabor amargo a despedida, la expedición formada por dos institutos, María Guerrero y Ramiro de Maeztu, y otros tantos ‘valientes’ adultos, esperamos el vuelo que nos llevará a Tindouf, haciendo una parada en Argel, donde conviviremos una semana en Dajla con familias, compartiendo, dando y recibiendo todo.
Antes de montarnos en el avión, empezamos a hablar unos y otros, tenemos que buscar compañeros de jaima para los próximos días. Durante el viaje, os podéis imaginar: mareos, miedos a volar y mucha conversación. ¡Hemos llegado! Primera parada y primer visado a rellenar: Argel. Cambiamos a pie de terminal y esperamos la visita de Brahim donde nos contará la historia de este ‘pueblo olvidado’ y la situación actual en la que se encuentran. ¡Espectacular! Nos deja a todos boquiabiertos.
La megafonía del aeropuerto nos llama para que embarquemos rumbo a Tindouf. Se nos hace corto, dos horas después pisamos un pequeño aeropuerto militar donde más de uno piensa haber retrocedido en el tiempo, para empezar, nada de ir al baño y tirar de la cisterna. Allí nos espera un autobús que nos llevará a Dajla. Es impresionante como se guían; ni una sola señal, absolutamente nada. Algunos aprovechamos para dormir entre bote y bote, no había carretera, lógicamente, sólo arena.
De pronto alguien grita, ¡hemos llegado! Hasta los que tenían el sueño profundo, a pesar de ser tan complicado echar una cabezadita, abren los ojos y todos observamos como Dajla despierta, está amaneciendo y las primeras familias empiezan a llegar…
Con estos pequeños fragmentos que iremos poniendo, os queremos enseñar, de alguna forma, este viaje inolvidable, en el que hemos aprendido muchas cosas acerca del pueblo saharaui, tan hospitalario y luchador, aunque sea difícil explicarlo con palabras.
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